Rolls Royce 102 EX. Los aristócratas también tienen enchufe
En realidad es un Rolls Royce Phantom, pero en versión 100% eléctrica. La marca de lujo ha pensado ofrecer una alternativa ecológica para sus clientes, sobre la base de su coche más emblemático y, si tiene una cierta aceptación, fabricarlo en serie.
No sé hasta que punto a los clientes de la marca les puede interesar un vehículo de estas características pero, viendo la que se nos viene encima con las normas anti-contaminantes y todo eso, no está de más que se pongan las pilas. Nunca mejor dicho.
El coche en si es el mismo. No hay ningún elemento diferenciador entre la versión normal y la enchufable. Los podrás distinguir por su color exclusivo Tlantic Chrome, su enchufe para la recarga, su marcador de carga de la batería entre los relojes del cuadro de instrumentos y por el "Espíritu del Éxtasis" translúcido y retroiluminado en azul.
El interior es el típico de la marca; cuero, aluminio del bueno y madera de la de verdad por todos los costados.
A la hora de ponernos en marcha, como en todo coche eléctrico que se precie, no escuchamos absolutamente nada, pero tampoco eso es una cosa a destacar si tenemos en cuenta que la versión térmica está tan bien insonorizada que tampoco escuchas ni el más mínimo murmullo procedente del motor.
Lo único que escucharás son los típicos ruidos aerodinámicos, de rodadura y algún que otro silbido de la transmisión de una sola velocidad hacia adelante y la marcha atrás. Por supuesto, las ruedas que monta no son de baja resistencia, ya que tienen que seguir lidiando con un vehículo de gran envergadura y peso. No obstante, mide 5,8 metros de largo y pesa más de 2 toneladas.
Las baterías se sitúan en el maletero, con lo que la habitabilidad para las plazas traseras aumenta considerablemente, teniendo en cuenta que el túnel de transmisión desaparece al no ser necesario, pero el maletero ve reducida su capacidad hasta unos 460 litros, más propios de una berlina media.
Se mueve por medio de dos motores eléctricos que generan 290Kw entre los dos y 800Nm de par máximo. La velocidad punta se sitúa en 160 Km/h, más que suficiente para el propietario medio de este coche, que en la mayoría de las veces viajará en el asiento trasero; y acelera de 0-100Km/h en tan solo 8 segundos, lo que tampoco está nada mal, teniendo en cuenta sus medidas y peso.
Con el paso de los kilómetros te das cuenta que es muy sencillo rodar con él sin pisar prácticamente el freno y solo pulsando un botón de regeneración de energía, que está en el volante y que actúa de freno motor. Además, los frenos son bastante endebles y actúan bastante mal, por lo que la marca ha instado a sus ingenieros a poner cartas en el asunto.
Haciendo una conducción normal sí que se ve la probabilidad de rodar hasta 200 kilómetros sin necesidad de recarga. Pero a no ser que sus propietarios se dediquen a pasearse con su "Rolls" gigantesco, por el centro de las ciudades, no le veo mucho futuro en cuanto al éxito en su posible comercialización.
Además tiene el mal común entre todos los coches eléctricos que es el tiempo de recarga de las baterías. En este caso tarda 8 horas en recargarse por completo, lo cual me parece excesivo. Pero mirándolo por otro lado, el comprador potencial de este coche se ahorrará el impuesto de matriculación en España y podrá optar a las ayudas a la compra que te ofrecen las comunidades autónomas para vehículos no contaminantes y así, ahorrarse unos "eurillos" cuando le pidan 1.850.000 euros por él. No tiene sentido, pero les deseo mucha suerte a los chicos de Rolls Royce.
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