Aston Martin CC100. Legendario
Como bien sabéis, este año es el centenario de una marca tan emblemática como Aston Martin y entre tantas cosas y eventos que van ha realizar durante estos meses, se han sacado de la manga un superdeportivo exclusivo para celebrarlo.
Ahora tan sólo hace falta "pasear" al CC100 por todos los salones del automóvil que puedan y en todos los eventos relacionados con las cuatro ruedas de medio mundo hasta finales de año, que será vendido, seguramente, a cualquier coleccionista de origen árabe por algo más de 1.000.000 de euros.
Aunque se fabrique alguno más, seguro que en un futuro no muy lejano adquirirá el mismo estatus y cotización que su "alter ego" DBR1.
Se llama Aston Martin CC100 y es un ejercicio de diseño magistral, que no pierde ni un ápice los rasgos característicos de la marca de Gaydon. De hecho; el grupo de diseño afirma que, de vez en cuando, es un placer dibujar coches sin ninguna concesión y sin ningún tipo de limitaciones para poder ponerlo a la venta, por lo que es lógico que sólo exista una unidad y que ésta no se puede matricular porque no está homologada. No descartan que si algún acaudalado cliente conocido de la marca quiere uno, se lo podrían plantear y rediseñar algunas cosas para que pueda circular de forma legal por las calles, pero de momento; es un coche plenamente operativo (solo en circuito y en lugares cerrados al tráfico) que se ha planteado como un coche de salón y para disfrute del gran público.
Su puesta de largo se produjo en las 24 Horas de Nürburgring y dio una vuelta al circuito conducido por el presidente de la compañía, Ulrich Bez, seguido por varios modelos históricos de la marca entre los que se encontraba el DBR1, en el que se basa este modelo exclusivo, conducido por otro histórico de las carreras como Sir Stirling Moss.
Su puesta de largo se produjo en las 24 Horas de Nürburgring y dio una vuelta al circuito conducido por el presidente de la compañía, Ulrich Bez, seguido por varios modelos históricos de la marca entre los que se encontraba el DBR1, en el que se basa este modelo exclusivo, conducido por otro histórico de las carreras como Sir Stirling Moss.
Y es que el CC100 tiene mucho en común con aquel DBR1 que triunfó en las 24 Horas de Le Mans. Su configuración es de tipo "barchetta" con los dos asientos divididos por una especie de listón de fibra que se prolonga desde el capó, no monta parabrisas delantero, detrás de los asientos existen dos "jorobas" que ocultan los arcos anti-vuelco, el interior es minimalista y los pulsadores están inspirados en los que montaban los aviones durante la II Guerra Mundial.
Las formas de la carrocería son muy afiladas y el frontal es el típico de Aston Martin, con esa parrilla característica imitada, sospechosamente, por Ford. Pero a partir de ahí, no tiene nada que ver con ninguno de los modelos conocidos.
Las formas de la carrocería son muy afiladas y el frontal es el típico de Aston Martin, con esa parrilla característica imitada, sospechosamente, por Ford. Pero a partir de ahí, no tiene nada que ver con ninguno de los modelos conocidos.
La vista lateral sorprende porque es muy estilo del Mercedes Benz SLR Stirling Moss; sin parabrisas y con el "cockpit" muy retrasado, pero lo que más llama la atención es la ausencia de la parte inferior de las "puertas" (que en realidad son dos barras) que son abatibles hacia arriba y dejan que veamos perfectamente el interior. Están flanqueadas por sendas salidas de aire que disipan el calor del motor y todo el conjunto está bordeado por una línea amarilla que nace desde los pasos de rueda delanteros.
La trasera tiene mucho de los Aston Martin diseñados por Zagato, con unos característicos faros redondos y donde las "jorobas", el difusor y la doble salida de escape; cobran un especial protagonismo. Por supuesto; los colores elegidos para esta versión son los típicos de la marca, como el verde oscuro y el amarillo para los detalles, además de partes de fibra de carbono vista repartidas por alguna de las zonas.
La trasera tiene mucho de los Aston Martin diseñados por Zagato, con unos característicos faros redondos y donde las "jorobas", el difusor y la doble salida de escape; cobran un especial protagonismo. Por supuesto; los colores elegidos para esta versión son los típicos de la marca, como el verde oscuro y el amarillo para los detalles, además de partes de fibra de carbono vista repartidas por alguna de las zonas.
El interior es muy básico, pero está perfectamente rematado con materiales de primer orden como el cuero, el tejido Alcántara, el aluminio y la fibra de carbono. Cuenta con una instrumentación digital con toda la información necesaria y lectura muy clara, y una consola central muy escueta con los interruptores para activar todo lo necesario; la calefacción, las luces, los warning, la desconexión del ESP..., todo enmarcado en aluminio anodizado y en cara fibra de carbono, material del que también está hecho el volante. Los asientos son unos buquets de cuero y tejido Alcántara gris oscuro, con arneses de cuatro puntos de anclaje, que sujetan el cuerpo a la perfección.
La base es la conocida en el V12 Vantage y procede del chasis omnipresente en toda la gama; la plataforma VH. El desarrollo total del modelo tan solo a sido de seis meses y esa rapidez ha sido posible gracias a que todos los paneles de la carrocería están realizados en cara fibra de carbono. También comparte con el Vantage el sistema de frenos, el control de estabilidad y parte de la electrónica general.
El motor lo toman prestado del Vanquish y es un 5.9 V12 con 572cv, con el que alcanza una velocidad punta auto-limitada de 290 Km/h y según los responsables de la marca, realiza el 0-100 Km/h en menos de cuatro segundos, gracias a su contenido peso de tan solo 1.370 Kg. La caja de cambios es una manual-secuencial de seis relaciones con levas detrás del volante, que transmite la fuerza a las ruedas traseras.
Ahora tan sólo hace falta "pasear" al CC100 por todos los salones del automóvil que puedan y en todos los eventos relacionados con las cuatro ruedas de medio mundo hasta finales de año, que será vendido, seguramente, a cualquier coleccionista de origen árabe por algo más de 1.000.000 de euros.
Aunque se fabrique alguno más, seguro que en un futuro no muy lejano adquirirá el mismo estatus y cotización que su "alter ego" DBR1.
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