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Lo demás es historia: Aston Martin



A mediados del mes de enero de 1913; dos apasionados del motor llamados Lionel Martin y Robert Bamford fundaron la Bamford & Martin Limited para construir sus propios coches.



Como buenos ingleses aficionados al mundo del automóvil, intentaban no perderse ninguna de las carreras y competiciones locales y además, eran pruebas de fuego para testar las monturas que ellos mismos fabricaban.



Al año siguiente, Lionel ganó la famosa subida de Aston Clinton en el condado de Buckinghamshire en Inglaterra, por lo que decidieron cambiar el nombre de la sociedad por la de Aston Martin en honor a aquella victoria.


Así comienza la historia de una marca que, fiel a una trágica tradición inglesa; ha tenido una serie de éxitos muy sonados y ha estado en la cuerda floja en muchos momentos durante los últimos 100 años que acaba de cumplir.



Aunque en la actualidad goza de una buena salud comercial gracias a su propietaria Prodrive (conocida por sus preparaciones de coches de competición), capitaneada por el visionario David Richards y un solvente grupo inversor saudí; Aston Martin ha pasado por varias “manos” a lo largo de su historia, algunas con mayor fortuna que otras.



El primer modelo matriculado de la marca data de 1915 y obtuvieron una gran aceptación por parte del público antes de la segunda Guerra Mundial con sus modelos Ulster, International y Le Mans, con los que se obtuvieron varias victorias en competición.



En 1939 fabricaban un coche llamado Aston Atom. Su peculiar figura (bastante fea y adelantada a su tiempo), escondía una tecnología nunca vista hasta entonces en un coche de calle. Montaba un bastidor monocasco, suspensiones independientes y un cambio semiautomático, entre otras cosas.

Más tarde, un posible inversor llamado David Brown fue invitado para probar las bondades de aquel Atom. Le impresionó tanto aquel coche, que en 1947 se hizo con las riendas de la marca.



David Brown jugó un papel importante en la historia de la marca inglesa, tanto, que todos los modelos que se comercializaron durante su gestión llevaban las siglas DB (David Brown). El primer modelo que bautizó con sus siglas fue el 2 litre Sports, más conocido como DB1. Estaba basado en el Atom y montaba un 2.0 litros con 90cv con el que era capaz de alcanzar los 150 Km/h.



Las primeras versiones estaban orientadas a la competición. Se presentó en el salón de París en 1948 y ese mismo año inscribieron un prototipo en una carrera en Spa para comprobar su fiabilidad. El caso es que ganó la carrera y automáticamente se decidieron a diseñar una carrocería más convencional. Solo se produjeron 16 unidades del 2 Litres entre 1948 y 1950, año en el que se presentó su sucesor; el Aston Martin DB2 con 6 cilindros en línea.



El DB2 resultaba bastante más moderno que su antecesor en todos los aspectos. La evolución fue máxima empezando por el motor, que ahora era un 2.6 con 6 cilindros en línea y doble árbol de levas, capaz de impulsar al ligero Aston hasta los 187 Km/h de velocidad punta con sus 105cv.



El motor estaba fabricado por la empresa Lagonda, que David Brown compró para asegurarse la ingeniería en ese campo durante mucho tiempo.



También obtuvo muy buenos resultados en competición, quedando dos DB2 de los tres que se habían inscrito, en primera y segunda posición de su categoría en la mítica carrera de Le Mans en 1950, lo que además, era un tremendo reclamo para los potenciales clientes.



La producción se mantuvo hasta 1953 y se fabricaron pocas más de 400 unidades entre las carrocerías Coupé, Coupé Cabrio y Coupé Vantage, que tenía el motor optimizado con 20cv más. Los DB3 y DB3S posteriores, no se vendieron al gran público y solo estuvieron destinados a la competición, fieles a la tradición de la marca. El DB3S obtuvo varias victorias en diferentes competiciones y uno de sus pilotos más famosos fue Sir Stirling Moss.



En 1956 aparecía en escena el DBR1 para competir en las máximas categorías de la competición automovilística, pero 1959 fue su año más glorioso ganando en la categoría absoluta en Le Mans con Carroll Shelby y Roy Salvadori a los mandos y consiguiendo también la victoria final en los 1.000 Km de Nürburgring de ese mismo año.



Probaron en la F1, pero el motor delantero no era tan ventajoso frente a los nuevos coches con motor trasero y un mejor reparto de masas.



El bello DB4 fue diseñado en Italia y fabricado en Gran Bretaña. Se comercializó en 1959 con carrocería Coupé 2+2, pero en 1962 apareció una versión descapotable. Aunque el modelo más recordado del DB4 y también el más cotizado en la actualidad; era la versión que construía Zagato, diseñador italiano de gran reputación y con el que Aston Martin mantiene una estrecha relación que aún perdura en nuestros días.



El DB4 GT se creó con la esperanza de batir al eterno rival de Maranello; el Ferrari 250 GT que ganaba todas las competiciones a las que se presentaba. Pero las modificaciones de la marca inglesa sobre el DB4 original no fueron suficientes, así que llamaron al especialista Zagato para que les orientase por el camino correcto. En el estudio de diseño trabajaba un jovencísimo Ercole Spada, al que con tan solo 23 años, se le encomendó tamaña misión; convertir un gran deportivo, en un deportivo excepcional.

Basó su diseño en la construcción de una carrocería “superlegera” compuesta por paneles de aluminio soldados a un bastidor de tubos de acero. Se eliminaron todos los componentes superfluos como los parachoques cromados o algunos revestimientos de las puertas para ahorrar en torno a los 50 Kg y se disminuyeron las cotas del coche original.



Para terminar, se le adaptó un diseño con el lenguaje propio de la “sastrería” italiana y concretamente del “sastre” Zagato; por lo que el resultado final desprendía belleza por los cuatro costados.



Las piezas originales se fabricaban en Gran Bretaña y se mandaban a Milán para que el especialista italiano las optimizase y se encargara del montaje final, incluido el motor de 3.6 litros y 315cv con triple carburación, con el que era capaz de alcanzar los 245 Km/h. Se construyeron unas 100 unidades del DB4 GT de las cuales tan solo 20 de ellas tenían carrocería Zagato. Actualmente estas últimas se cotizan del orden de los 2,5 millones de euros.

En 1963 se presentó, quizás, el coche más mítico y conocido de todos los que ha fabricado la marca en el último siglo. Se trata del Aston Martin DB5, que a priori no era nada más que una versión mejorada y evolucionada del DB4, con algunos cromados, algunos detalles de diseño y la adopción de la carrocería “superlegera” con paneles de aluminio para su construcción.



Pero no se ha mitificado este modelo simplemente por su bella carrocería, ni por su motor de 6 cilindros en línea con 272cv. El DB5 es probablemente el coche más famoso del celuloide de toda la historia.



Cuando Ian Fleming escribía la novela del agente especial, lo situó conduciendo un Bentley clásico y un DB3, por lo que los productores de la película se decantaron por Aston Martin para motorizar a un joven Sean Connery encarnando al agente 007 James Bond. El DB5 era su último modelo y utilizaron un prototipo para lucirse en las escenas tranquilas y una segunda unidad, para las escenas de acción. Cuando se estrenó la película, Aston Martin ya comercializaba el DB6, pero el DB5 se popularizó de tal manera, que actualmente es uno de los modelos más cotizados por los coleccionistas, a pesar de que no es uno de los mejores (ni peores), ni tampoco ha obtenido ningún éxito en la competición. Lo que no consiga el séptimo arte…



En las siguientes películas de la saga, también se utilizaron otros modelos de la marca británica, pero el DB5 fue el primero y además lo conducía el mejor actor que ha encarnado hasta el momento al agente del MI6. En 1972, David Brown abandona la marca y con él, desapareció el glamour y el toque especial de los Aston Martin.

Adoptaron un nuevo motor V8 y las siglas DB desaparecen de la nomenclatura. Aparecieron nuevos modelos con diseños anodinos y bastante rotundos, que nada tenían que ver con la elegancia de sus anteriores modelos. Tampoco supieron mantener ese “pedigree” en la competición y estuvieron casi 18 años en el limbo del mercado, ya que ninguno de sus 4 dueños diferentes que mantuvieron a flote a la compañía durante ese tiempo, no supieron tomar el camino que durante tantos años se había forjado el bueno de David.



En ese periodo dieron muchos palos de ciego, y apareció la controvertida berlina de altas prestaciones Lagonda, con un diseño muy peculiar, que parece que no caló mucho entre los más adinerados.



También intentaron comprar MG y se embarcaron en un proyecto de super-deportivo con más de 700cv que al final no vio la luz.

En 1985, el presidente de la compañía viendo las “orejas al lobo”, intentó asociarse de nuevo con Zagato para revivir la época más dorada de la marca; pero Zagato estaba inmersa en diseños más mundanos, que en realidad era lo que pagaba las facturas, y no hicieron mucho caso a los diseños de los nuevos deportivos ingleses.



En 1987, Ford estaba desatada y quería ser uno de los mayores grupos automovilísticos del mundo. Compró el 75% de Aston Martin e hizo lo propio durante el mismo periodo con Jaguar y Land Rover.



Volvieron a aparecer en la saga 007 con un V8, después de que en anteriores ediciones, Lotus fuera la marca oficial del agente con licencia para matar, por lo que parecía que las cosas empezaban a marchar mejor.


Aquella inyección de capital y la adopción de los métodos de fabricación, dieron sus frutos al año siguiente con el primer modelo nuevo después de muchos años; el Aston Martin Virage.

Montaba un V8 procedente del Lagonda y su estética era rotunda, agresiva y moderna, aunque para ahorrar costes, montaba los pilotos del Audi 100 delante y del Volkswagen Scirocco detrás.



En 1993 apareció el modelo más asequible de la marca, el DB7. Ford ya controlaba el 100% de la compañía y para la fabricación de ese modelo perteneciente a una nueva era, montaron una factoría moderna en otra localización.



Ian Callum (ahora en Jaguar), fue el diseñador de este coche, que llegó a vender más de 7.000 unidades. Después de modelos basados en el DB7 y muy parecidos entre si; perdieron la colaboración de nuevo con la saga de las películas de Bond, a favor de BMW, que aprovechó la situación para promocionarse como marca.



En el año 2001, Aston Martin mantiene un buen estatus de ventas y se atreven con un V12 montado sobre un precioso modelo fabricado en aluminio llamado Vanquish.



Fue el primer modelo que marcaría los rasgos definitivos que a día de hoy se mantienen en los modelos de la marca inglesa. Volvieron a incorporarse como vehículo oficial de James Bond con ese coche, y ya que estaban, los de Ford no dudaron en promocionar los otros modelos de sus otras marcas, como el Jaguar XK que conducía el malo sobre el hielo o los innumerables Range Rover y otros modelos de Ford que aparecen durante todo el film.



En 2003 se desplazan hasta una nueva y modernísima factoría en la localidad de Gaydon, donde hoy en día mantienen sus oficinas y se ensamblan todos sus modelos. También retornaron a la competición y un par de años más tarde y lograron ganar otra vez en Le Mans en su categoría, lo que después de tantos años en el dique seco, supo realmente a gloria.



En 2007, viendo los problemas económicos mundiales y que la integridad de la marca del óvalo corría serio peligro; decidieron vender todas sus marcas. Land Rover y Jaguar pasaron a ser del grupo indio Tata y Aston Martin pasó a manos de David Richards y Prodrive, que traían ideas frescas para reestructurar y hacer de la marca un símbolo del lujo, la deportividad y la rentabilidad.



Trajeron nuevas soluciones técnicas y una nueva visión de lo que querían para la marca ahora afincada en Gaydon. En la actualidad siguen aprovechándose de muchas de las soluciones que adoptaron en Ford en su momento para ahorrar costes de producción, como un único chasis para todos los modelos (menos el Cygnet) denominado VH, y están apoyados por un movimiento de marketing que atrae a potenciales clientes en todo el mundo.



Además; en el futuro prevén seguir con sus ascendentes cifras de ventas, incorporándose a nuevos nichos de mercado inexplorados para ellos y que aumentarán la “familia”, como la fabricación de un nuevo Lagonda, con carrocería TT y que previsiblemente competirá con los futuros Bentley Exp-9X o Lamborghini Urus.



También llama la atención el cómo se parecen todos sus modelos entre si, siendo realmente difícil distinguir unos de otros para una persona que no sea muy aficionada al mundo del motor.



Pero lo que está claro, sea el modelo que sea; que después de 100 años y varias etapas “oscuras”, la factoría de Aston Martin sigue fabricando sueños. Coches deportivos, potentes, con los mejores materiales y con un plus de elegancia y clase que no tienen otras marcas como Ferrari, Porsche o Lamborghini, más orientadas a la deportividad pura en todos sus modelos, aunque también los fabriquen casi de manera artesanal.



Durante el presente año se han preparado una serie de eventos para conmemorar este centenario de la marca, siendo el pistoletazo de salida, el vuelo que emprendió en helicóptero una edición especial conmemorativa del Vanquish hasta el helipuerto del único hotel de 7 estrellas del mundo en Dubai.



Para que se nos pongan los dientes largos, os dejamos unas fotos de la gama que actualmente está a la venta, por si algún aficionado que lea esto, también sea un afortunado que pueda permitírselo.



Aston Martin Cygnet.

Es el vehículo de acceso a la marca y para mi gusto; una decisión muy poco acertada. Parte de la base de un Toyota iQ, de la mecánica de un Toyota iQ, pero con ligeras modificaciones en el exterior y acabados con materiales lujosos en el interior.



No entenderé nunca hacia qué tipo de cliente de la marca puede ir dirigido este vehículo.



Monta un 1.3 con cambio manual o de variador continuo, que genera 98cv y cuesta casi 40.000 euros.



Aston Martin Vantage

Es en realidad el Aston Martin de acceso a los deportivos de la gama, si obviamos la “cagada” del Cygnet.



Puedes tener un 4.7 V8 con potencias de entre 420cv o 430cv para la versión S y un comprimido 6.0 V12 con 510cv. Puedes elegirlo con carrocería Roadster y cambio manual o automático.



Los precios parten desde los 133.000 euros hasta los 234.000 para la versión V12 Roadster.

Aston Martin DB9.


Es un coupé con 2+2 plazas y construido en aluminio. Rezuma mayor exclusividad y menos radicalidad que el Vantage, pero sus motores tampoco desmerecen en deportividad, ya que montan el V12 de 510cv. Podemos elegirlos con carrocería cerrada o Volante (descapotable) y sus precios varían entre los 211.000 euros hasta los 223.000 aproximadamente.



Aston Martin Virage.

Se sitúa en el término medio de la tabla; ni es tan deportivo, ni le falta clase. Es más ligero, porque se han empleado materiales como el aluminio o el magnesio en su construcción, tiene cuatro plazas reales, aunque las traseras un poco angostas, y se puede pedir con carrocería coupé o Volante desde los 229.000 euros hasta los 248.000.



Aston Martin Vanquish.



Es la última incorporación y la joya de la corona de la marca inglesa. Monta un V12 potenciado hasta los 565cv y en el interior existe una calidad sublime en cuanto a materiales.



Aston Martin Rapide.



Por estar en el último lugar no quiere decir que sea el menos importante. Es la primera berlina de 5 puertas de la nueva era. Aunque parece un DB9 alargado, posee una elegancia sublime y unos acabados espectaculares sin menospreciar la deportividad de la marca. No obstante sus cifras de ventas han sido muy buenas desde su nacimiento a pesar de que se tengan que desembolsar 229.000 euros por sus 470cv.



Aston Martin One-77.



Toda una demostración de poderío de la marca inglesa. Se trata de una edición limitada a 77 unidades para todo el mundo que supera con creces el 1.500.000 de euros y abarca todo el conocimiento tecnológico de los chicos de Gaydon. Por supuesto; ya se vendieron todas las unidades.



Como veis; parece que después de varios tumbos, la marca inglesa ha sabido sobrevivir a las crisis y siempre ha resurgido de su propia muerte anunciada cual Ave Fenix. Esperemos que dure otros 100 años más por lo menos…, y que otros aficionados como yo sigan hablando de las virtudes y defectos de los futuros modelos, ya que desgraciadamente los hombres no perduramos igual que los automóviles, pero podemos dejar una huella imborrable en la historia, al igual que ellos.

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